«Nuestra situación siempre es súper complicada porque, por un lado, somos traidores para nuestras familias y, también, muchas veces los familiares de las víctimas nos miran con resquemor porque somos hijos de los malos», afirma Pepe Rovano, hijo del coronel Rodrigo Retamal, condenado por el homicidio de seis militantes del Partido Comunista en 1973.
Durante los últimos años han surgido en Latinoamérica diversas organizaciones de hijos y parientes de violadores a los derechos humanos durante las dictaduras en el continente, quienes han decidido colaborar en las búsqueda de justicia por parte de las víctimas.
José Luis Navarrete Rovano, conocido como Pepe Rovano, es miembro de una de estas agrupaciones: Historias Desobedientes. «Yo soy hijo de genocida y por mucho tiempo pensé que era la única persona en Chile que estaba en contra de sus padres«, relata.
Rovano es hijo biológico de Rodrigo Retamal Martínez, coronel de Carabineros durante la dictadura, quien fue condenado en 2007 a 12 años de cárcel por el homicidio de seis miembros del Partido Comunista en Las Coimas, una zona cercana a San Felipe, en 1973. Pese a tener una sentencia, el policía nunca estuvo en prisión porque su causa fue absuelta por la Corte de Apelaciones de Santiago invocando la Ley de Amnistía.
«Somos hijos de los malos»
A los 35 años, Rovano conoció a su papá biológico y se enteró de su pasado. Al tener formación en periodismo y dedicarse al cine, decidió hacerle una serie de entrevistas que después entregó a la Justicia. Esto generó un quiebre familiar profundo que perduró incluso después de la muerte del excoronel. «La reacción de nuestras familias es muy mala. Por lo general cortamos el lazo. Siempre es un tema a nivel personal y familiar muy difícil o desgarrador«, recuerda.
En 2017 conoció el colectivo de familiares de perpetradores de delitos de lesa humanidad de la dictadura argentina Historias Desobedientes y decidió coordinar una organización similar en Chile.
Hoy el grupo ya cuenta con 15 personas entre las que se han sumado otros realizadores y artistas, como la cineasta Lissette Orozco, quien dirigió «El Pacto de Adriana», documental en que cuanta la historia de su tía «Chani», Adriana Rivas, secretaria de el jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Manuel Contreras, involucrada en graves violaciones a los derechos humanos.
La organización ha buscado relacionarse con las víctimas para colaborar en la búsqueda de justicia, lo que en un principio generó cierta resistencia de las agrupaciones de familiares, pero luego los aceptaron de mejor manera cuando conocieron sus intenciones.
«Nuestra situación siempre es súper complicada porque, por un lado, somos traidores para nuestras familias y, también, muchas veces los familiares de las víctimas nos miran con resquemor porque somos hijos de los malos (…) Pero como hijos tratamos de cooperar con la justicia, que es lo principal. Si vimos algo, si escuchamos algo, si tenemos algún antecedente que, obviamente nuestros padres no quisieron decir y nosotros sabemos, lo tenemos que decir nosotros», explica Pepe Rovano.
«El archivo de las violencias de Estado»
El caso de Rovano y otras experiencias públicas, privadas, comunitarias e internacionales de generación de archivos sobre violencia política masiva perpetrados por los Estados fueron analizadas en la Conferencia Internacional “El lugar del archivo de las violencias de Estado: reorganizaciones del poder bajo el neoliberalismo”, organizada por la Universidad Alberto Hurtado, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, la Universidad Austral de Chile, la Universidad Católica, Memoria abierta de Argentina y la investigación Representaciones Contemporáneas de Perpetración de Crímenes de masas de España.
Oriana Bernasconi, académica de la Universidad Alberto Hurtado y directora del proyecto “Tecnologías políticas de la memoria: usos y apropiaciones contemporáneas de artefactos de registro de la violencia política”, señaló al respecto que las “nuevas generaciones se suman a la demanda por el esclarecimiento de la verdad, la justicia y la reparación«.
«Ahora se trata de descendientes de perpetradores y genocidas que han recorrido un camino de desafiliación de sus familias y de reafiliación a otras comunidades como defensores de derechos humanos, usando diversas formas de expresión, denuncia y preservación de la memoria a través de distintos tipos de archivos”, afirmó Bernasconi.
Como descendientes de genocidas, tanto Rovano como otros hijos de violadores de derechos humanos, han debido desvincularse de sus familias, rompiendo mandatos sociales, culturales, religiosos y legales de lealtades familiares, logrando salir de marcos ideológicos donde la verdad ha sido ocultada y tergiversada. Este acto, en rigor, les ha permitido desvincularse de los pactos de silencio de los victimarios, no haciéndose cómplices de la impunidad y negándose a transmitir ese legado a las futuras generaciones.
Si bien en el caso chileno los antecedentes aportados a la justicia por familiares de genocidas se han encontrado con el obstáculo de la ley de Amnistía, en Argentina sí se han convertido en pruebas judiciales, según expusieron las integrantes del Colectivo Historias Desobedientes en la Conferencia Internacional sobre El lugar del archivo de las violencias de Estado.
Pepe Rovano actualmente prepara un documental autobiográfico llamado “Bastardo, la herencia de un genocida”, en el que cuenta su historia y el recorrido personal que debió hacer para enfrentar a su familia.
“No queremos ser cómplices de una historia brutal y despiadada, más aún cuando se mantienen abiertas numerosas causas de violaciones a los derechos humanos y criminales siguen impunes o con bajas condenas», concluyó.
Publicado originalmente en: https://www.eldesconcierto.cl/nacional/2021/09/27/historias-desobedientes-hijos-de-violadores-a-los-derechos-humanos-reniegan-de-sus-padres.html